sábado, 19 de marzo de 2011

Clasicos de la Literatura fantastica en creepy por el ilustre colaborador Emili Gil

                                                   
La década de los años 80 del pasado siglo será recordada y rememorada en los anales del tiempo con nostalgia, cariño, ternura y por supuesto con rabia, envidia, odio y miles de otros defectos y virtudes que definen a los humanos. Pero para los amantes del género fantástico tenderá siempre a ser grata, ya que en ese tiempo de chips, microchips, pre-ordenadores y pseudo-cyborgs se editaron un sinfín de autenticas joyas relacionadas con el terror y la imaginación onírica, en cualquiera de sus manifestaciones artísticas. Una de ellas fue la plasmación física de Creepy en la península ibérica.
Así, pues, enmarcado en lo que, con el paso de los años, ha venido a denominarse el “boom” del cómic (que verdaderamente nunca llegó a serlo —lejos quedaron las cotas de mercados como el francés o el belga—), aparecieron las historias del tío Creepy en nuestros quioscos (el número 0 en 1979). Gracias a esta publicación muchos jóvenes de entonces —me incluyo entre ellos— accedimos a precio medianamente asequible a verdaderas obras de arte que tan sólo podíamos comparar con las que aparecían impresas en algunas páginas de la enciclopedia familiar (y que, por supuesto, los originales estaban en museos a cientos, miles de quilómetros de nuestro pueblo o ciudad). Pero vino el decrépito tío Creepy y nos abrió su desvencijado y mohoso panteón para que nos diéramos cuenta que existían maravillas entre nosotros, bastante más cercanas en el tiempo y en el espacio: Beroy, Wrightson, Neil Adams, Corben, Alberto Breccia, Pepe González, Bernet, Pat Boyette y muchos más a quién pido disculpas desde este rincón de página por no nombrarlos.


En aquella época estaba acostumbrado a leer tebeos de la entonces reciente Ediciones Zinco (Horror, Crimen, Sukia...) a los cuáles puede que en el futuro dedique todo un artículo en exclusiva, pues entre otras cosas, gracias a ellos aprendí a tener una ligera idea de cómo se debe hacer el amor a una mujer. ¿Me equivoqué desde el principio? Pero a lo que íbamos: cuando compré por primera vez un ejemplar de Creepy (creo que era el número 44 si mal no recuerdo), tengo que reconocer que saboreé algo nuevo. Había algo, un halo que me desconcertaba, que me gustaba, que me hacía sentir “placer estético”. Anduve varios días con esta sensación extraña que no conseguía definir, hasta que me di cuenta que era una sensación que ya conocía, que había descubierto antes, pero no en los cómics, si no en los libros y en la literatura. Esa sensación me la proporcionaba sin duda un conjunto de aspectos y matices, pero sobretodo un elemento, y ese elemento se llamaba “calidad”. Resulta difícil definir ciertamente este valor; es algo que se nota, que se siente, que produce la impresión de comer un plato bien elaborado en el momento justo y que, evidentemente, sabe a maravillas estelares. Puede aparecer cuando menos te lo esperas.


Quizás de manera inconsciente empecé entonces a forjar el origen del texto que plasmo hoy sobre la pantalla del ordenador. La ligazón de la literatura con el tebeo, al igual que se establece con el cine, crea paralelismos de múltiples interpretaciones. Estimula al pensamiento, a la crítica, a la valoración, a la subjetividad y, en el fondo, al autoconocimiento, a la creatividad en general, tanto a nivel individual como también colectivo. Comparando una misma historia explicada desde diferentes plataformas y por diferentes individuos, con diferentes perspectivas, ganamos calidad de vida.


Reconozco que conocí tarde a Creepy, y ni dios sabe lo que me perdí —porque no existe, dicen que un tal Nietzsche lo mató hace tiempo—, pero a partir de entonces (del número 44) me dediqué a frecuentar domingo sí y domingo también el mercado de Sant Antoni así cómo los mercadillos más inverosímiles de Barcelona, cinturón metropolitano y aldeaños, buceando entre libros, calcetines, personas, calzoncillos y demonios multicolores con el objetivo de conseguir todos los números anteriores, para saborear y deleitarme con el resto de maravillas estelares que había en el plato fantástico que ofrecía Toutain.

Completé la colección de “atrasados” a la vez que compraba con puntualidad británica cada número nuevo que iba saliendo mensualmente. Y así hasta el número 79, el último. En total eran 80 ejemplares (del 0 al 79) que me aliviaron de las penas de juventud en momentos difíciles y me abrieron las puertas que llevaban a horizontes lejanos, repletos de misterios variopintos, enigmas inescrutables, grandezas faraónicas y miserias omnipresentes de la raza humana.



En particular, recuerdo con sabor a dulce y verde absenta la memorable versión de Drácula de Fernando Fernández que apareció en la revista en varias entregas; la serie de Alberto Breccia sobre los relatos de Los Mitos de Cthulhu; la buena versión de Corben de La caída de la mansión Usher; la gótica historia de Feria de monstruos de Wrightson; el espléndido y logrado Dr. Mabuse de Beroy... En definitiva, son imágenes, trazos y textos que entraron a formar parte de mi inconsciente y subconsciente, ayudándome a la formación como persona más o menos cabal en esos años de loca adolescencia y que me acompañarán hasta la muerte —y quién sabe si más allá.


Así, Creepy, la ahora mítica revista de cómics editada por Toutain en estos lares entre los años 1979 y 1985 (en 1990 la editorial inició una segunda época de Creepy con menos fortuna) ofreció a todos los seguidores del noveno arte una serie de historias gráficas de indudable valor. Entre ellas, algunas estuvieron basadas en obras literarias clásicas del género de terror que vale la pena, si no tenerlas y leerlas —lo más recomendable, sinceramente—, al menos saber de su existencia. Es por este motivo que creí interesante en su momento repasar los ochenta ejemplares de la colección de Creepy (primera época) y confeccionar la lista siguiente para regocijo de todos los aficionados al terror y lo fantástico. Ahí va:


Gustavo Adolfo Bécquer—La cruz de los atormentados, dibujado por Joan Boix. Creepy nº 53.
—El monte de las ánimas, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 38.
—El miserere, dibujado por Carlos Giménez. Creepy nº 20.

Ambrose Bierce:
—Aceite de perro, dibujado por Isidre Monés. Creepy nº 72.
—Esa maldita cosa, dibujado por Gray Morrow y adaptado por Archie Goodwin.
—Esa horrible cosa, dibujado por Joan Boix y adaptado por E. Sánchez Abuli. Creepy nº 62.

Anton Chejov:
—El enemigo, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 38.

Arthur Conan Doyle:
—Hamil Alí de Esmirna, dibujado por Joan Boix. Basado en el relato El caso de Lady Samox. Creepy nº 69.

Alexandre Dumas:
—Las tumbas de Sant-Denis, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 37.

Lord Dunsany:
—Donde bajan y suben las mareas, dibujado por Alberto Breccia. Creepy nº 58.

Víctor Hugo:
—El niño y el ahorcado, dibujado por Joan Boix. Basado en el relato El hombre que ríe. Creepy nº 68.

Hudson Irish:
—La fobia, dibujado por Joan Boix. Basado en el relato El perro. Creepy nº 67.

William Wymark Jacobs:
—La pata de mono, dibujado por Alberto Breccia y adaptado por Carlos Trillo. Basado en el relato La pata de mono. Creepy nº 56.

Franz Kafka:
—El insecto, dibujado por Joan Boix. Basado en La metamorfosis. Creepy nº 66.

Howard Phillips Lovecraft:
—La maldición del amuleto, dibujado por Joan Boix. Basado en el relato El can (en ocasiones traducido como El sabueso). Creepy nº 73.
—Rigor Mortis (Howard's Dream), dibujado por F. de Felipe. Homenaje. Creepy nº 73.
—Los mitos de Cthulhu, dibujados por Alberto Breccia y adaptados por Norberto Buscaglia. Incluye: El ceremonial. Creepy nº 59.- Llamado de Cthulhu. Creepy nº 60. - El color que cayó del cielo. Creepy nº 61. - El horror de Dunwich. Creepy nº 62. - La sombra sobre Innsmouth. Creepy nº 63 - La cosa en el umbral. Creepy nº 64. - El morador de las tinieblas. Creepy nº 65. - La ciudad sin nombre. Creepy nº 66.
—La charca, dibujado por Rafa Estrada. Creepy nº 62.
—Mar de tinieblas (en recuerdo a H.P. Lovecraft). Dibujado por Miquel Àngel Prado. Creepy nº 30.
—Aire frío. Dibujado por Berni Wrightson. Creepy nº 28 y 73. La presentación editada al nº 28 incluye una breve reseña sobre Lovecraft.
—El que acecha eternamente, dibujado por Rafael González Negrete. Cómic ganador del 1er premio Creepy. Creepy nº 23. Publicado también al almanaque Creepy nº Especial. Homenaje.
—Las ratas en las paredes, dibujado por Richard Corben. Creepy nº 19.

Guy de Maupassant:
—La cabellera, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 50.
—La mano, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 49.
—Tio Judas, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 48.
—La muerta, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 43.
—El miedo, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 42.
—Sobre el agua, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 41.
—Misti, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 40.
—Aparición, dibujado por Amador Garcia. Almanaque Creepy del año 1983.

Prosper Merimée:
—La venus d’Ille, dibujado por Amador Garcia. Creepy nº 39.

Fitz-James O’Brien:
—¿Qué era aquello?, dibujado por Joan Boix. Creepy nº 48.

Edgar Poe:
—El caso del señor Valdemar, dibujado por Joan Boix. Creepy nº 70.
—La caida de la casa Usher, serie dibujada por Richard Corben. Creepys nº 59, 60, 61 y 62.
—La maga, serie dibujada en homenaje a Poe, por Trigo. Creepys nº 55, 56 y 57.
—Annabel Lee, dibujado por Margopoulos y Matucenio. Creepy nº 52.
—Dossier Poe. Creepy nº 51.
—La máscara de la muerte roja, dibujado por Auraleon. Creepy nº 43.
—Volumen nº 4 "Obras completas" de Richard Corben. Toutain Editor.
—Pesadilla en la casa de Poe (homenaje), dibujado por Ferran Sostres. Almanaque Creepy 1985.

Bram Stocker:
—Drácula, serial dibujado por Fernando Fernández. Del Creepy nº 36 al nº 48.
—La casa del juez, dibujado por Mariel. Creepy nº 25.


Herbert Georges Wells:
—La inacabable historia del hombre invisible, dibujado por Alex Niño. Creepy nº 55.


Pido disculpas por las omisiones y otros fallos que pueda haber en el listado, aunque en mi descargo tengo que señalar que, en varias ocasiones, las adaptaciones arriba mencionadas no indican ni los nombres de los escritores originales ni en qué cuento se basan. Es, por lo tanto, probable que se me hayan pasado por alto algunas obras que, según qué lector, encontrará flagrantes.
Emili Gil


2 comentarios:

  1. Gracias Mister Gil por el gran articulo el cual me trae muy buenos recuerdos de juventud y aficiones compartidas,le agradezco su colaboracion, y pongo a su disposicion esta humilde plataforma para publicar aquellos ensayos que usted crea oportunos

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  2. Buen artículo. Gracias por la recopilación del material de Creepy. Un abrazo.

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