Un fragmento de la Batalla de Stalingrado : Vassili vs König
Son muchas las suposiciones que se han hecho acerca de este
"duelo" entre francotiradores. ¿Realmente existió dicho
enfrentamiento, o fue fruto de la propaganda soviética? Es una pregunta que posiblemente
ya nunca podamos saber. Si nos basamos en las pocas “pruebas” que tenemos de
este duelo llegaríamos a la conclusión de que es una de las muchas historias de
propaganda que circularon durante la Segunda Guerra Mundial para elevar la moral de las
tropas; “el súper francotirador Vassili Zaitsev, un pastor de los Urales, ha
acabado con el refinado francotirador alemán König”, realmente inspirador para
los soldados soviéticos que veían como un simple ganadero acababa con el más
prestigioso tirador alemán; no todo estaba perdido. Había que elevar la moral
del ejército rojo aunque fuese con historias falsas, ya que con éxitos
militares no podía ser; por aquel momento la Wehrmacht controlaba el
95% de Stalingrado, y una derrota podría suponer un golpe muy duro para la Unión Soviética.
Hay numerosos hechos que podrían indicarnos la falsedad del
duelo, como por ejemplo que no aparezca reflejado en los archivos soviéticos, a
pesar de lo gustosamente que eran recogidas todas las acciones relacionadas con
francotiradores. Por parte del ejercito alemán tampoco hay documentos que
recojan la presencia del prestigioso tirador alemán König o Heinz Thorwald (se
le conoce con dos nombres distintos, este es otro de los argumento en contra)
en Stalingrado, y sobre todo, la lógica pregunta, ¿Por qué enviaría el ejercito
alemán a su mejor tirador para acabar con un ruso que abatía a 3 o 4 alemanes
por semana cuando las bajas alemanas ascendían a un hombre por cada siete
segundos?
Argumentos a favor son los recogidos en el libro
“Anotaciones de un francotirador” del protagonista y único superviviente del
duelo Vassili Zaitsev, aunque ¿quien no quiere ser héroe?
Durante este período no ocurrió nada fuera de lo corriente.
Luego, en rápida sucesión, dos francotiradores soviéticos cayeron víctimas de
sendos tiros de fusil. Para Zaitzev era evidente que el comandante Konings
había señalado el comienzo de su duelo personal. Entonces, el ruso se dirigió a
echar una ojeada a su rival. Se arrastró hasta el límite de la tierra de nadie
entre la colina Mámaiev y la fábrica Octubre Rojo y exploró el campo elegido
para el combate. Estudió las trincheras enemigas a través de los prismáticos y
vio que nada había cambiado: el terreno era el familiar, con trincheras y
búnkeres según los mismos moldes que ya había memorizado durante las pasadas
semanas.
Antes del alba, los francotiradores se dirigieron a sus
propios hoyos en la linde de la tierra de nadie y estudiaron de nuevo el campo
de batalla. Konings siguió silencioso. Maravillado de la paciencia del alemán,
Zaitzev empezó a admirar la habilidad profesional de su adversario. Fascinado
ante la intensidad de aquel drama, Kulikov habló con animación mientras el sol
se elevaba hasta el cenit y empezaba a descender detrás de Mámaiev. En cuanto
llegó la noche, los combatientes regresaron a sus propias trincheras para
poder dormir un poco.
Para probar su teoría, Zaitzev colgó un guante del extremo
de un trozo de madera y lo levantó despacio por encima del parapeto. Sonó un
disparo de fusil y bajó a toda prisa el guante. La bala había hecho un agujero
en la parte central del paño. Zaitzev estaba en lo cierto: Konings se
encontraba bajo la chapa de hierro.
A la mañana siguiente se instalaron en su nueva guarida. A su
izquierda, hacia el este, los transbordadores del Volga luchaban de nuevo
contra el fuego de morteros enemigos. A1 sudeste, la plancha de hierro bajo la
que se ocultaba su adversario. Kulikov disparó un tiro a ciegas para despertar
la curiosidad del alemán. Luego los rusos descansaron tranquilamente. Sabiendo
que el sol podría hacer reflejos en sus miras telescópicas, esperaron con
paciencia a que descendiera por detrás de ellos. A última hora de la tarde,
rodeados ahora por la sombra, Konings se hallaba en desventaja. Zaitzev enfocó su mira telescópica hacia el lugar donde se escondía el alemán.
De repente, brilló un alza telescópica en un extremo de la plancha Zaitzev hizo una señal a Kulikov , el cual levantó despacio su casco
por encima del parapeto. Konings disparó de nuevo y Kulikov cayó chillando de
modo muy convincente. Sintiendo que había ganado el alemán alzó la cabeza
poco a poco para contemplar a su víctima. Vassili Zaitzev le alcanzó con un
disparo entre los ojos. La cabeza de Konings cayó hacia atrás y el fusil se le
deslizó de las manos. Hasta que el sol se puso, la mira telescópica brilló y centelleó Al oscurecer, dejó de brillar.
By Tallman
Mr. Tallman, un fragmento de la "historia" muy interesante. Siempre es bueno conocer cosas nuevas, aunque estas tengamos que quedarnos con la duda de lo que pudo pasar realmente o no.
ResponderEliminarGod job.
Gracias por su comentario Mr. Lost Boy, nos leemos.
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